Revertir la pérdida de biodiversidad, detener el cambio climático y hasta evitar el surgimiento de nuevos virus como el SARS COV-2, causante del COVID-19, pueden parecer objetivos aislados. Pero no lo son. Un grupo de científicos se atrevió a crear un mapa digital interactivo, una ‘Red de Protección Global’ (GSN, por sus siglas en inglés) —como ellos la bautizaron—, para evidenciar cuáles son las áreas terrestres esenciales para enfrentar esos desafíos y poder salvar la vida en la Tierra. En el artículo Una «red de protección global» para revertir la pérdida de biodiversidad y estabilizar el clima de la Tierra, publicado recientemente en la revista Science Advances, los investigadores concluyeron que urge proteger el 50,4 % de la superficie continental. Un 15,1 % ya son áreas protegidas, pero un 35,3 % todavía requiere protección.
El equipo, conformado por la institución de investigación científica Resolve, la organización One Earth y varias universidades estadounidenses, creó una hoja de ruta en la que se evidencian las áreas protegidas actuales y las que necesitan conservación. Estas últimas están compiladas en cinco capas: sitios con especies raras, áreas de alta biodiversidad, grandes paisajes de mamíferos, áreas silvestres intactas y áreas de estabilización climática. Pero no solo se trata de crear nuevas áreas protegidas, en el 35,3 % de tierra que requiere protección, los investigadores también incluyeron una red de corredores climáticos y de vida silvestre para conectar los distintos hábitats. Esto es muy importante si se tiene en cuenta que —según el estudio— la pérdida de tierras y el desarrollo de infraestructura son presiones que pueden llevar a que la conectividad, que hoy todavía existe, desaparezca en una década. Actualmente, solo la mitad de las áreas protegidas están conectadas.
Para Eric Dinerstein, uno de los autores de la investigación y director del programa de Soluciones para la Biodiversidad y la Vida Silvestre de Resolve, el mapa digital —que se puede analizar por países o por 846 ecorregiones definidas— entreteje las áreas protegidas con las zonas desprotegidas que conservan la riqueza biológica de la Tierra y, al conectarlas mediante corredores, “crea una verdadera red de seguridad que podrá cuidarnos de mayores pérdidas de biodiversidad y de futuras pandemias, conservando hábitats en los que es probable que las enfermedades zoonóticas puedan transmitirse a poblaciones humanas”.
Si el aumento de la temperatura global sobrepasa los 1,5° C, será difícil —casi imposible, dice el estudio— alcanzar los objetivos planteados en el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Por otro lado, si no se protegen los territorios que brindan importantes servicios ecosistémicos, como la captura de dióxido de carbono (CO2), tampoco se alcanzarán las metas climáticas del Acuerdo de París. Los autores de la investigación están convencidos de que se necesitan objetivos de conservación más ambiciosos si se quiere un futuro en el que las personas y la naturaleza prosperen juntos. Además, dicen que el llamado es más urgente tras la propagación del COVID-19, pues la extensa deforestación en los trópicos ha ocasionado que los humanos tengan mayor contacto directo con patógenos transmitidos por vectores y con mamíferos que sirven de hospederos virales.
Para Exequiel Ezcurra, experto mundial en ecología y conservación y docente del departamento de Botánica de la Universidad de California Riverside, uno de los aspectos más destacados de este informe es que demuestra que proteger la biodiversidad planetaria tiene mucho que ver con detener el cambio climático. “Los humanos, es decir una sola especie, los sapiens, nos hemos apropiado de la mitad del planeta, ahora debemos dejar que se conserve la otra mitad de ecosistemas nativos. ¿Es ambicioso? Sí. ¿Es imposible de lograr? No”, le dijo a Mongabay Latam.
¿Contrarreloj?
Si bien el tiempo límite para proteger el 50,4 % de la superficie terrestre del planeta no fue la pregunta específica de este artículo de investigación, otro de los autores, Karl Burkart, director de One Earth, considera que se deben tomar acciones lo antes posible para hacerle frente a la deforestación. “Según Global Forest Watch, en 2019 perdimos 24 millones de hectáreas de bosque. Si esta tasa continúa, perderemos aproximadamente el 2 % para 2030, o el 4 % para 2040”, explica. Aunque las fechas no están claras, Burkart asegura que hay una reciente coalición de gobiernos que aboga por una protección mínima del 30 % de la superficie continental para 2030.
Para saber por dónde se debe comenzar, Eric Dinerstein considera que los sitios con especies raras y en peligro de extinción, que representan el 2,3 % de la superficie continental, tienen prioridad y deberían protegerse en los próximos tres años. El investigador asegura que muchas de esas especies son vulnerables al clima y viven en hábitats que se verán fuertemente afectados por la sequía, como los bosques nubosos tropicales. “Realmente no hay tiempo que perder”, añade.
Un deterioro de la naturaleza no solo afectará a los ecosistemas que podrían colapsar, sino también el bienestar humano. Por eso, para Óscar Guevara, especialista en cambio climático y biodiversidad del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) de Colombia, esta es la década para tratar de retornar a un norte y hacer las cosas bien. “El artículo dice que para reducir el porcentaje de especies amenazadas deberíamos aumentar el 2,3 % del área conservada en el planeta. Eso lo podríamos lograr en dos o tres años porque es un esfuerzo menor comparado con la meta del 50,4 %. Es un objetivo que podríamos conseguir rápido”, manifiesta.
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